Si cada
palabra que disparo a ciegas
por la delgada línea que entreabre mi boca
como balas que no atienden un destino
y manos que empuñan el arma con guante rojo.
Sin saber qué dirección tomará el disparo,
pero qué más da
la cuestión es vomitar un pensamiento
sin cuestionar a dónde va.
Si cada pensamiento que muere en vuestros oídos
tiene que atravesar vuestras mentes
acallarlas, bofetearlas, sacudirlas,
hacer que lleguen a un orgasmo de esponjas literarias
de lenguas corridas entre orgías de letras.
Entonces retrocederán por miedo a no llegar,
ni ser lo suficientemente fuertes,
como para el sentido de la poesía recobrar.
por la delgada línea que entreabre mi boca
como balas que no atienden un destino
y manos que empuñan el arma con guante rojo.
Sin saber qué dirección tomará el disparo,
pero qué más da
la cuestión es vomitar un pensamiento
sin cuestionar a dónde va.
Si cada pensamiento que muere en vuestros oídos
tiene que atravesar vuestras mentes
acallarlas, bofetearlas, sacudirlas,
hacer que lleguen a un orgasmo de esponjas literarias
de lenguas corridas entre orgías de letras.
Entonces retrocederán por miedo a no llegar,
ni ser lo suficientemente fuertes,
como para el sentido de la poesía recobrar.